Tiempo de atesorar y tiempo de ofrecer en el VOLUNTARIADO INTERNACIONAL

Tiempo de atesorar y tiempo de ofrecer en el VOLUNTARIADO INTERNACIONAL

Como Agua hasta rebosar…

Este verano un grupo de ocho jóvenes universitarios procedentes de Valencia, San Sebastián, Zaragoza y Vitoria iniciaron camino para ofrecer su disponibilidad a proyectos concretos de Cooperación al Desarrollo que Acción Marianista acompaña durante todo el año.

Alfonso, Irene, Paula, Silvia, María, Irene, Rebeca y Marta nos manifestaban desde el comienzo sus ganas y deseos de ofrecer su tiempo y su buen hacer al servicio de las labores desempeñadas por los religiosos y religiosas marianistas en proyectos concretos de diferentes zonas.

Concretamente cuatro de estos voluntarios marcharon a Colombia (Ciudad Bolívar y Fundación Chaminade) dos en julio y dos en agosto, donde pudieron realizar tareas educativas en aulas de refuerzo y en espacios de ocio y tiempo libre. Otras dos voluntarias ofrecieron su tiempo apoyando proyectos sanitarios y educativos en India (Singhpur). Y finalmente a mediados de Agosto dos voluntarias estuvieron en Argentina (Villa Soldati) donde desempeñaron su servicio  en el ámbito socioeducativo.

De las experiencias de estos voluntarios tan sólo nos llegan palabras de esperanza, palabras de alegría, palabras de agradecimiento a las contrapartes por tanto cariño recibido y una sensación de fondo casi generalizada de que se recibe más de lo que uno piensa que puede aportar. Próximamente Acción Marianista organizará en Madrid un encuentro en el que se facilite un espacio para compartir experiencias no sólo de los voluntarios de este año sino de años anteriores, donde sigamos tejiendo redes fraternas al estilo marianista y haciendo de estas experiencias espacios fecundos para otros.

Hace tres meses fue tiempo de soltar amarras, de confiar, de silenciar expectativas, de decir adiós a ciertos apegos y  de hacerse pequeño para acompañar a otros. Quizá ahora sea tiempo, por nuestra parte, de saber escuchar y dejarnos sorprender de la experiencia de estos voluntarios, tiempo de silenciar y permitirnos que sus vivencias nos interpelen en algún sentido.

Por parte de los voluntarios también es un precioso tiempo de vaciar con cariño y con memoria agradecida cada mochila, tiempo de atesorar cada día lo vivido, tiempo de proteger aquello que se ha despertado internamente  y tiempo de ofrecer a otros del propio agua recibida… de tal manera que nuestros vacíos vasos se llenen de sus ricas experiencias, no sólo colmándolos hasta el borde, sino hasta rebosar.